Dar con unos protagonistas que enganchen al público se puede considerar de vital importancia al escribir una novela, ¿no es así?
Mi impresión es que de un modo u otro, todos nos sentimos identificados con los protagonistas, ligados de alguna manera.

El lector está ligado a los protagonistas
Porque nos hemos parecido a ellos de jóvenes, o son un referente para cuando alcancemos su edad. Porque consideramos que tienen unos valores parecidos a los nuestros, o por el contrario, los rechazamos y nos enfrentamos directamente a su personalidad anhelando no convertirnos en ese ser. Porque también cargan con nuestros anhelos y deseos más profundos, o bien los hacen aflorar irreflexiva y despreocupadamente como quisiéramos nosotros hacer en lo más profundo de nuestro ser.
Puede haber mil razones, tantas como lectores. Pero creo que si el protagonista no remueve nada en nuestras entrañas cuando cogemos entre las manos el libro y lo comenzamos a leer, nos podemos dar por fastidiados.
Sea como sea, dar con unos «protas» que enganchen al lector es una tarea muy compleja. Y por supuesto depende en gran medida del público objetivo de nuestro libro. En mi caso, he trabajado dos tipos de protagonistas.
El primer tipo serían unos protagonistas, a los que se podría decir que conozco bien, porque me he basado en la personalidad de ciertos individuos con los que he tenido oportunidad de tratar mucho. Personas reales de mi entorno, de carne y hueso. Eso ha facilitado hacerlos más realistas y verosímiles, aunque ha requerido llevarlos a situaciones poco comunes de cara a aportar creatividad e interés a la trama. Por suerte o por desgracia, la gente a mi alrededor no vive grandes aventuras épicas. Por lo tanto, podríamos decir que se simplifica en cierta medida el dar vida a los personajes, pero se complica el conflicto que desarrolla la novela. Esto es lo que ocurre por ejemplo en la novela que estoy terminando, Tiempo de Paz.

A personajes más cercanos, situaciones más inverosímiles.
El otro tipo, son los protagonistas cuya personalidad y contexto quedan más lejos de nuestra experiencia personal. Sus vidas, ambientadas en un contexto fuera de la normalidad a la que estamos acostumbrados, incluyen unas circunstancias que facilitan causar impacto en el lector. Por lo tanto, la trama podría no requerir ser tan impactante si logramos sacar jugo a la personalidad del personaje, aunque sí que debe seguir siendo lo suficientemente atractiva para no perder el enganche del lector. Al ser personajes «inventados», o salidos de la imaginación, requieren un mayor esfuerzo de documentación. Por ejemplo, cómo actúa y vive una estrella mediática si ese es el rol de nuestro personaje (y con eso avanzo algo de mi otra novela en producción). Por supuesto, corremos mayor riesgo de caer en tópicos, inconsistencias o falta de credibilidad. Vamos, que la complejidad aumenta exponencialmente…

Amig@, quien dijo aquello de «escribe sobre lo que conoces» (ahora, en relación a los personajes) tenía algo de razón sin duda.


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